César Arzuaga Santos, me dijo uno de sus compañeros, cuando fui a arreglar mi reloj, “ese es el más idóneo”, quien radica en los altos de la barbería, ubicada en el Paseo de General García.
Su imagen no engaña, de voz pausada, noble, con una sonrisa entrecortada…, con quien vale la pena conversar por su educación y seriedad en su trabajo.
Este hombre salió de Manacal de Guisa, en la Sierra de Maestra, “cuando terminé el ejército en 1979, mi papá quería que me quedara allá en la finca pero aquello no me `cuadraba´, porque se pasaba mucho trabajo, y yo tenía problemas de salud, vine para Bayamo a la casa de mis hermanos.
“Llegué acá con el objetivo de trabajar en Alemania, pero aquí no me aceptaron porque era de la Sierra Maestra.
“Continué buscando trabajo porque no me gusta ser vago y unas amistades mías, del reparto Camilo Cienfuegos, me avisaron de un curso para relojero que iba a impartir la Empresa de Servicios.
“Cuando fui a anotarme, me aclararon que la Empresa solo necesita 15, y habían matriculado ya 25, yo hacía el 26, eso era sin compromiso, y si tenía suerte me dejaban, primero, llamaron a los que estaban incriptos, expliqué que no era de Bayamo, pero tenía posibilidad de vivir aquí en la Calle 25, del Valle, y me aceptaron sin problemas.
“El curso era bastante riguroso, por las mañanas íbamos a la agricultura y por la tarde para la escuela, que radicaba en el Parque de Ferias Granma, solo terminamos 17. Yo alcancé el tercer expediente, a los dos primeros les propusieron un curso de especialista, pero uno de ellos se irrespetó al profe y no quiso seguir, y me lo dieron a mí, me gradué de Especialista de Taller, esto me dio la posibilidad de reparar cualquier tipo de reloj», comenta.
César con mucha destreza saca la maquinaria del reloj, la examina, y va desmontando pieza a pieza…, así transcurre la conversación, mientras que otros clientes lo escuchan y esperan de su servicio tranquilamente.
“Fui pasando por distintas etapas, luego obtuve la condición de Maestro, en el 2006, a partir de ahí, fungí como especialista de Taller y Control de la calidad, hasta que pasamos hace poco a taller arrendado, es decir trabajador por cuenta propia.
“Me ha ido bastante bien como relojero, ya tengo 36 años de experiencia, solo uno, no lo trabajé por una movilización a la agricultura.
«Ya la escuela de relojería no existe, desapareció, no sé por qué, pero es una actividad que va a perdurar siempre y se necesita. Soy profesor activo, creo que el único que queda soy yo.
“Fui vanguardia nacional durante cuatro años consecutivos, por eso me gané un viaje a la otrora Unión Soviética. Tengo una familia maravillosa, mejor no la quiero, a veces he confrontado problemas y me ha sobrado su ayuda. Aquí me muero siendo relojero.
laoyabayamesa 